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¡Felices 35, Panda!

  • Abner Vélez Ortiz
  • Mar 31, 2017
  • 4 min read

Mi querido Panda:


¡Feliz cumpleaños, Panda!

Sé que en donde estás, la debes estar viviendo de maravilla. No te envidio -bueno, a veces poquito- pero no logro imaginar la belleza de la gloria que disfrutas día a día en un continuo alabar y danzar sin cansancio.


¿Cómo es Dios? Y Jesús, ¿tiene barba larga?, ¿sus ojos son hermosos? ¿Cómo es el Espíritu Santo en la gloria? ¡Ah!, tengo muchas preguntas que parece que no serán contestadas pronto, y es que tengo una terrible enfermedad, amigo, 'vida', le llaman. Esta retrasará mi reencuentro contigo... aunque no ne lo tomes a mal pero antes de abrazarte, creo que correré a colgarme del cuello de mis abuelitos, ¿ya los conociste? Espero que sí, son una belleza de personas. Por ahí debe de estar Shaggy también, ¡ráscale la panza!


La vida no ha cambiado del todo desde que partiste. El sol sigue saliendo por el lado de los volcanes y se esconde detrás de Santa Fe. Seguimos caminando con los pies y saludamos con las manos... y sí, aún usamos nuestra boca para bendecir, maldecir y comer como si no hubiera mañana.


Apenas recordé la primera vez que salimos a comer. ¡Qué manera de devorar hamburguesas! Nunca olvidaré esa tarde, porque cuando pensé que no había nadie confiable en Nueva Vida, los Salvador Uscanga salvan el mundo. De verdad que tú y tu familia son una bendición... no sé dónde y cómo estaría si no fuera por Chris y su insistencia, jejeje.


Amigo, la verdad es que no tienes una pinche idea de lo mucho que te extraño aquí, en la tierra, con nosotros. Por fin he comenzado a cumplir algunos de mis sueños, por ejemplo, ¡ya me titulé! Ya sé que me tardé años, ¡perdón!, pero lo importante es que ya lo hice y, te doy la primicia, me inscribí para la maestría... sí, oooootra vez, la que comencé en el CIDE la dejé unas semanas antes de tu partida.


Quisiera darte otras noticias buenas pero... lo importante es que tenemos salud, ¿no? Quizá este año, quizá el que viene... quizá nunca. He aprendido que tooooodo puede pasar y, así como llega -y como bien y sabiamente dice tu hermano-, Dios tiene el control, aún cuando parece que no. Me he enfrentado ante el reto de vivir en libertad, ¡plena libertad! Resisto lo que me estorba y he comenzado a sacar de vida a esas personas tóxicas que sólo viven para hacer daño a los demás.


Los últimos meses han sido vertiginosos. Un verdadero terremoto cuya -horrorosa- alarma no sonó para avisar de la destrucción apocalíptica que causaría. Me cansé de llorar, de mirar, de esperar, de guardar silencio y, finalmente, me cansé de ser prisionero de mis temores y desprecios. Buscaba libertad donde había cadenas, y quería luz cuando yo mismo era oscuridad. Hoy sé que las cadenas están rotas y que si viví en la prisión, fue por mero gusto. Entiendo que soy luz y que debo brillar.


Y me hiciste falta.


¿Quién mejor que el Panda para escucharme? Qué mejor consejo que el del amigo que mira todo desde fuera y, con su sonrisa descompuesta, puede hacer que el camino tome forma de nuevo. Aunque, seré sincero, llegaron muchos Pandas a mi vida en el trabajo, en la escuela y la congre... sin olvidar a aquellos que ya estaban y con los que me acerqué más. Después de estos años de tu ausencia, ya no me siento solo, y como en los viejos tiempos, sé que puedo estar en la línea de batalla y estar confiado que una legión viene detrás... como cuando tú estabas ahí y viceversa.


¿Sabes?, tengo una foto tuya en mi escritorio y a veces, cuando la miro, pienso en esa última frase que publicaste en Facebook: "Llegará el día en que veamos a Jesús cara a cara". Y lo creo, y me animo, y me apapacho para dar lo mejor de mi, tal como lo hubiera hecho mi amigo Felipe, el médico, el que ahora puede ver el rostro de su salvador, el que llegó a la meta antes que nadie.


En fin... basta de recuerdos, bonitos recuerdos, lo único que me queda, porque ni siquiera tengo una foto contigo. No imagino el fiestón que debe haber allá este día y yo abrumándote con estas letras cuyo único fin es hacerte saber que aquí aún eres, y serás, sumamente amado hasta el día en que nos encontremos y volvamos a danzar y a reírnos de nuestras lonjas.


A veces me pregunto si hubiera podido hacer más por ti. Ayudarte, aconsejarte, darte hamburguesas... pero parte de este proceso de sanidad me ha llevado a entender que sí, lo hice, y te agradezco por ello. Y sé que Dios, la vida, el karma, el destino me lo recompensó con ese detalle final que, aunque doloroso, atesoro como un regalo que me llevaré a la gloria. Me parece increíble que, frente a estos años de distancia, sea tu recuerdo, tú pasión por la vida, tu trabajo, ¡por Dios!, lo que siga siendo un ejemplo en mi vida. Y eso me lleva a quererte -y extrañarte- cada vez más.


Gracias por tu vida, Panda. En serio, gracias. Es ella, con tus logros y fortaleza, una chispita más que enciende el fuego en la mía para no determe y siempre ir por más... pero cuando llegue el momento indicado, te lo haré saber y nos reiremos como ese par de tontos que se reían por Whatsapp, Twitter o en las breves charlas telefónicas.


Donde quiera que estés, te abrazo fuerte, muy fuerte, mi querido amigo.


Ab, el excéntrico y loco Ab.


PD: ¿sabes qué me caería bien ahora? Una de tus dietas paleras. Esta timba de señor y yo ya no podemos, hijo. ¡Ja ja ja!

"Dale un momento y nos volvemos a encontrar"


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PAbner Vélez Ortiz Periodista / Twitter: @AbVelez_ / © Coach Communication.  Gracias a Wix.com

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