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¡Soy una escoria!

  • Abner Vélez Ortiz
  • Sep 17, 2015
  • 5 min read

“... Él (Dios) se encarga de quitar la escoria del camino”


Soy escoria. ¿Realmente lo soy?


Esta mañana me encontré con el atinado comentario facebookero que me animó a escribir este post, en el que básicamente me dicen que soy una escoria.


Contextualizando, se trataba de una conversación pública en Facebook sobre cómo es que procede la Iglesia, como cuerpo de Cristo (nunca la iglesia como el lugar), en ciertas cosas cuando le incomodan, que reprende con desprecio y arrogancia y, en lugar de corregir en amor, castiga (no necesariamente con golpes).


Muy a mi forma de ser, escribía que en la iglesia (ninguna en específico) hay gente que tristemente, a mi, a Abner, le daba “pena ajena y asquito” porque, tratando de ser personas que sirven a Dios, que “le aman”, en vez de avanzar a la meta y reflejar ese amor (porque debemos ser espejos de lo que Él hace en nosotros), ahuyentan a la gente, la lastiman y, finalmente, viven amargados dentro de sus congregaciones, y en el peor de los casos, se van.


Como era de esperarse, discursos apologéticos se hicieron presentes y, ok, tienen razón. Me excedí al decir esas palabras, pero, insistiré, se trató de algo que de cierta manera es pasado en mi vida.


Quisiera hacer una pausa en mi post para, conscientemente, ofrecer una DISCULPA PÚBLICA por la manera en la que suelo expresarme. Entiendo que, no sólo puede, sino que es molesta e incómoda, perdón. Desafortunadamente, no sé si sea por mi formación familiar o personal, soy de esas personas que se expresa sin tapujos y hablo las cosas, como dirían mis abuelos y mi familia, “al chingadazo”.


Retomando, finalmente a esta conversación llegó un hozado y nada valiente que, aplaudiendo el gesto de quien me confrontó y de modo muy burlón aseguró que no amo porque mis hechos no lo demuestran y pues que básicamente soy una escoria y por eso Dios me quitó del camino (haciendo referencia a que yo no asisto a su congregación).


¿Estoy molesto? No, la verdad es que no. Para fortuna o desgracia de esa persona, y muchas más, me han dicho cosas peores, de verdad que peores (muchos desconocerían a esos cristianos) y, sigo aquí, no he muerto ni me ha quitado el sueño. De alguna manera, como dice la Palabra, “he recogido las migas que caen de la mesa al suelo” (Mt 15:27) y Dios ha permanecido fiel conmigo y, para infortunio de muchos, me ha respaldado siendo de bendición en muchos lados.


Más bien, de entre todo, me sigue llamando la atención cómo es que, pese a todo y lo que Él hace en quien lo conoce, sigue existiendo esta suerte de batalla campal entre la gente. Como, sigilosamente, damos cabida a reacciones ‘nacionalistas’ (por decirle de alguna manera) y nos es tan fácil atacar y tratar de desmenuzar al otro, y tristemente, escondiéndonos valientemente detrás de, en este caso, otros comentarios (¿yo también le dí al clavo?).


Hasta hace unos meses tenía cierta repulsión hacia ciertas esferas religiosas que, por su religiosidad y/o espiritualidad, logran que la gente huya del conocimiento de Dios. Ciertamente me daban “pena y asquito” porque, en carne propia y por medio de mucha, muuuucha gente, los he padecido, al igual que mucha gente que conozco que ha salido bastante herida de cientos de congregaciones con una idea clara en mente: "si sus hijos son así, Dios debe ser horrible".


Los juzgaba severamente porque, desde mi propia y nada impuesta cosmovisión cristiana, consideraba que las cosas no pueden ni deben ser como las miraba. Agradezco a Dios que tengo, de cierta manera, los ojos abiertos a este entendimiento para no caer en ello tampoco porque simplemente no puedo, ahí sí preferiría ser 'escoria' antes que caer en ello, que ser igual a los demás, como un calca y con un pensamiento que para el mundo puede ser cuadrado.


Para mi fortuna, los últimos meses he tenido acceso a una educación cristiana (y de vida) que está revolucionándome y transformándome muchos, muchos sentidos. Tan es así que, honro el comentario que me han hecho, perspectivas finalmente. He cambiado tanto mi manera de pensar que, decido amar a esta gente que me ataca porque sé que Dios también trabaja con ellos, que también está con ellos y, por si fuera todo, también está en su congregación.


No quiero ni deseo competir de ninguna manera en una carrera absurda por ver quién es muy cristiano, quien ama y quien no, de ninguna manera debe existir soberbia, ni en mi vida ni dentro de la Iglesia (ahora sí, el cuerpo).


¡El mundo está muriendo sin ver la luz! En este momento alguien muere sin conocerle, familias se separan, niños son violados y un largo ETC mientras estúpidamente nos enfrascamos en discusiones tontas donde fríamente podemos llamar al otro “escoria” y malinterpretamos las palabras.


Puedo y tengo mucho que decir en torno a la gente que trató de ofenderme, y vaya que tengo muchísima tela de dónde cortar, porque en todos lados se cuecen habas. Pero no, la verdadera gracia, esa que se vive en plenitud, me permite volverme al Padre primeramente para pedir perdón por mi forma de ser (¿debería de pedir perdón, realmente?), pedir que cambie aquello en mí que no le agrada (claro, lo que no le agrada a Él), que cambie mi corazón (de tal forma que quite aquello que hace que la gente me dé “pena ajena y asquito”) y que me dé la capacidad de amar en su totalidad a la gente, cristiana o no, religiosa o no, espiritual o no; y para ser obediente y hacer su voluntad, orar por ellos.


Estoy sumamente consciente que, junto con todos los cientos de miles de cristianoides del mundo (esa no es una ofensa, no'más por aclarar), le debemos a la gente un encuentro REAL con Dios, uno que no juzga sino que ama con una pasión increíble y única a todos por igual. Y si mi fe, la forma en la que me muevo y actúo para servirle y honrarle me hace ser ‘escoria’, ¡gloria a Dios! Sé que mis vestiduras llegarán a ser blancas y relucientes porque Él está obrando en mi.


Esa sí que es Sú voluntad… Dios es tan chambeador y conocedor que hasta de la escoria saca algo bueno, significa que Él está puliendo su creación y que siempre está al pendiente de ella.


PITUFRESAS

¿Aprendí la lección? Sí. Moderaré mis palabras para no ofender a nadie (de verdad que voy a tratar, pero no prometo nada). Y, seguiré esforzándome y comrpometiéndome en no tomarme las cosas personal, honrar a la gente cristiana (aunque me cueste, y mucho) y amarla (aunque me duela). Estoy sumergido en un proceso de cambio, tampoco esperen que sea de la noche a la mañana.


 
 
 

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PAbner Vélez Ortiz Periodista / Twitter: @AbVelez_ / © Coach Communication.  Gracias a Wix.com

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