Aprendizajes
- Abner Vélez Ortiz
- Feb 24, 2015
- 4 min read
De lo que quiero hablar esta vez no es algo que nadie no sepa o alguna vez hubiésemos escuchado en algún pasillo. Se trata de algo con lo que estoy redescubriendo una lección de vida que en lo personal me está causando un issue pero a la vez me ayuda a entender mi mundo.
Debes saber que, aunque la mayoría de las cosas parece que escribo muchas cosas “bonitas” que pueden aparentar que mi vida, y la vida en general, es hermosa a increíble, soy una persona un tanto… bueno, muy ácida y pesimista. Y sí, la verdad es que no todo en mi vida ha sido miel sobre hojuelas, y ¡gracias a Dios por ello! Creo que hoy abriré un poco mi corazón en este post.
Y hay una verdad en mi vida, ¡detesto todo lo que no detesto! Ok, tampoco es para tanto pero vivo en un estado mental en el que en la mayoría de las veces me cuesta trabajo ser empático (nota: esto pasa con la gente adulta, con los niños, mi causa, sí soy muy empático. Larga historia) e inmediatamente soy juicioso, lo que concluye en que a mi parecer toda la gente puede ser más estúpida de lo que creo, o sea que ya de entrada es estúpida.

Esto yo ya lo había reconocido en mi vida. Una actitud un tanto nociva y muy negativa. Y ¿sabes?, todo esto es resultado de una serie de “fracasos sociales” que de alguna manera lastimaron y blindaron mi corazón; desde una relación familiar quebrantada, parejas que, o de plano nunca fueron parejas o las que te pusieron el cuerno (y quedaron embarazadas!!!), “mejores amigos” que te abandonan o que definitivamente nunca fueron ‘amigos’ (ay, estos ‘hermanitos’ tan doble-cara). El punto es que entre el mundo “real” y yo construí un muro alto, para no ver ni ser visto. Vivía en un hermoso castillo llamado "soledad" (¡qué se jodan todos!).
Aunque claro, como el pésimo arquitecto y albañil que soy, quedaron espacios al descubierto que poco a poco se hicieron más grandes y, bueno, la relación con mis hermanos se ha fortalecido ahora; tengo una relación más sólida con mi mamá y bueno, me voy a casar.
Mi papá (no sé qué pensar de mi cuando lo cito) dice que para amar hay que comenzar por amarse uno mismo y sí, por increíble que me parezca su consejo es una realidad. Debo de decir que por años no me sentí amado, aún cuando muchas personas me lo demostraban, no lo sentía, me causaba alergia. Y luego, viene un Dios que me dice que me ama con amor eterno y pues bueno… ¡cómo diantres se lo iba a creer si hasta él mismo dice que somos imagen y semejanza suya y por lo tanto, todos somos iguales!
Pero ese es justo el principio de vida con el que me estoy reencontrando, ¡el amor!
Ángel Nava dice en su libro “Paradigmas” (léanlo, de verdad que sí, ¡por favor!) dice que el amor, “el verdadero amor, no está en el sentimiento que yo tengo hacia tal o cual persona; sino en el sentimiento que yo debo causarle a través de mis decisiones, acciones, y del mensaje que le estoy transmitiendo”. Inmediatamente después lo explica de este modo, “el sentimiento (del amor) no está tanto en la causa del verdadero amor, sino en el efecto del mismo”.
Quisiera no leerme tan religioso (de lo contrario, que se abra la tierra y me trague) pero estoy entendiendo y aterrizando una verdad eterna para mi vida en entender que Dios me ama tanto, que soy tan importante para Él y, especialmente, importo. Y tan importo yo como los demás importan, por lo tanto, también debo de amar a los demás como Él me ama y como me amo yo.
¡PLOP!

¡Qué reto! Pero este es un camino que quiero comenzar a andar. Un estilo de vida distinto en el que además del amor, quiero desarrollar en mi el don de la paciencia (no le tengo mucha paciencia a la gente que considero ‘estúpida’); finalmente, el amor “es benigno, no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia. El amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. (Simplemente) el amor nunca deja de ser”.
Será que a “ojo de buen cubero”, amar es un reto difícil. Pero estoy seguro que no voy a fallar en mi objetivo. No soy ambicioso y me gusta ayudar, aunque claro, tampoco soy tonto. No espero el reconocimiento de alguien, ni los aplausos, ni la gloria. Hoy sé que amar es la parte que me corresponde hacer porque hoy sé que soy amado, y estoy seguro que allá afuera hay gente que necesita desesperadamente saberse amada, y ellos, hoy por hoy, son importantes para mi.
PITUFRESAS
Amar también significa perdonar y ser perdonado. Con el nuevo aprendizaje (del que les hablaré en otro post), también me llegó revelación. Hay una persona a la que hace tiempo le hice mucho daño con acciones y palabras, desvalorizándola tanto y sin entender que yo era importante para esa persona. Fui llevado en amor a, primero entender lo desgraciado que había sido, a ser empático con esa persona, entender su sufrimiento y dolor, a perdonarme por el daño cometido y a confrontarlo directamente con la persona afectada. ¡No saben lo liberador que es ser vulnerable, amar y dejarse amar! Sé que ese momento especial fue el inicio de la reconstrucción de un puente entre esa persona y yo, el comienzo de su restauración, cuyo fruto será fabuloso.
Comments